domingo, 29 de julio de 2012

De cómo alguien dijo penduleo incontrolado y de ahí nos fuimos todos al carajo

La exégesis de la pendulesitud tuvo un momento fundacional que no ha quedado claro en la memoria de los que fueron parte primordial del acontecimiento...
Fue un día. No puedo decir con exactitud cuál ni describir el estado climático cosa de orientarnos con mayor exactitud. No hay datos externos que puedan ubicarnos en una primavera, ponéle. Aunque, seguramente fue antes de la misma. Digamos otoño...Vamos a ser claros, yo entré en el grupo alrededor de mayo y fue después de eso. Si ocurrió antes, no tengo evidencias antropológicas que lo avalen. Como sea, el factótum somos todos.
Lo que sí permanece como un faro que nos ilumina en la noche oscura del atracón desmedido es la frase penduleo incontrolado, no. A partir de allí se fueron desgranando máximas -entre jadeos y gotas de sudor, entre exclamaciones de cansancio y murmullos de odio, porque todo hay que decirlo- que nos llevaron despacio pero de forma implacable a la construcción de un andamiaje físico-teórico y por qué no ético y filosófico al que denominamos pendulesitud.
Pero esta denominación fue, como corresponde, posterior a la práctica...lo cual me lleva a pensar en una inspiración de lo que para mí es empirismo práctico sencillamente porque Hume me gusta. Otra raíz es netamente kantiana por eso del encuentro de la razón con la impresión sensible y de la relación que nace entre el sujeto y el objeto a través de esas categorías que Don Immanuel llamó tiempo y espacio y que nosotros conocemos tan bien. Sin eso no estaríamos acá hablando de estas cosas. En fin, que la práctica del penduleo precedió a la armazón de la cuestión teorética de la pendulesitud.
Tenemos, entonces, dos conceptos eminentemente prácticos como penduleo controlado y su antítesis, el penduleo incontrolado. Va de suyo que lo incontrolado está mal y aclararlo es casi una tautología. Por otra parte, nos encontramos ante el feliz hallazgo de algo que va más allá del concepto: la pendulesitud. Si el penduleo controlado es lo que nos lleva por la senda del bienestar psico-físico-espiritual y el penduleo incontrolado vulnera, casi diríamos, atropella ese bienestar, eso significa que existe una semántica que da cuenta de estos conceptos, que los dota de sentido y que ese sentido se da en un aquí y ahora de la existencia y que muestra una manera de habitar el mundo. Eso es, ni más ni menos, la pendulesitud.
Y aquí, de manera necesaria, me remito a lo ya escrito en otros postos porque toda repetición exagerada es maléfica y descoyuntura, sepalón, señores.

Escriba del Movimiento y al servicio del mismo, dejo constancia de los últimos agregados a los que no sé si incorporar al Decálogo o no, ustedes dirán:

  •  Si abrazás la pendulesitud a través de la práctica del penduleo controlado tu samsara será impecable. 
  • La pendulesitud conduce inevitablemente a la belleza. Cita que el Sensei Dragón Cronopio expandió así: Considérese también la máxima: "aquel que controlare su penduleo, no sólo mejorare, sino también embelleciere". Cito, además: "pendularem controlum largun vivirum".





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